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Son varias las colaboraciones director-compositor que, gracias a la complicidad entre ambos, ha permitido regalarnos a los aficionados a la música de cine un buen puñado de excelentes bandas sonoras. Es fácil citar ejemplos como las parejas Steven Spielberg – John Williams, Tim Burton – Danny Elfman, Robert Zemeckis – Alan Silvestri o en el pasado Alfred Hitchcock – Bernard Herrmann, por citar tan sólo unos ejemplos. Si nos desplazamos al cine japonés y, en concreto, al anime, también nos encontraremos famosas colaboraciones del estilo de las que hemos citado, siendo, indudablemente, la más conocida y la de más talento la formada por el tándem Hayao Miyazaki – Joe Hisaishi.
Otra pareja que debemos destacar dentro del anime (y que es la que nos interesa para esta reseña) es la formada por el director Mamoru Oshii y Kenji Kawai. Oshii consiguió una gran popularidad dentro del género de animación japonesa gracias a la dirección de Ghost in the Shell, que se convirtió desde su estreno en un clásico del anime y que ha resultado de gran influencia no sólo en el anime producido con posterioridad sino también en producciones americanas como es el famoso caso de Matrix. Con títulos como la serie de Patlabor, las dos partes de Ghost in the Shell y Avalon (aunque ésta en imagen real), Oshii se ha labrado una fama de director de anime de “autor”, cuyas películas están pobladas de reflexiones filosóficas y temas trascendentes (la relación entre el hombre y la máquina, los juegos virtuales en el futuro…) muchas veces en boca de los propios protagonistas. Todo ello acompañado, eso sí, por una excelente, hiperrealista animación y un ritmo por lo general lánguido y lento.
Kenji Kawai ha estado ahí siempre, acompañando a su amigo Oshii desde películas primerizas como The red spectacles o las dos partes de Patlabor hasta experimentos más recientes como Open your mind, un mediometraje dirigido por Oshii para la Expo de 2005 en Aichi, Japón o rarezas como Amazing Lives of the Fast Food Grifters, donde Oshii mezclaba numerosas técnicas de animación (y en la que, como curiosidad, el propio Kenji Kawai hacía una aparición como actor). Como fruto de esta relación, Kawai ha producido las que nos podemos atrever a decir, son sus mejores bandas sonoras. Ghost in the Shell, con su música fría y ese peculiar coro de voces femeninas; Avalon, un variadísimo trabajo con un espectacular tema de inicio coral y otro excelente tema para soprano; la segunda parte de Ghost in the Shell, donde retomaba y mejoraba los temas de la primera parte acompañados de unas fascinantes percusiones…
Todo lo cual nos lleva a Sky Crawlers, la última película de Mamoru Oshii, en la que, fiel a su estilo, nos cuenta, en su ritmo lento habitual, una historia ambientada en una especie de mundo alternativo donde las guerras están controladas por corporaciones y donde niños que no pueden crecer (adolescentes aparentemente viendo la película) son utilizados como pilotos para combatir en conflictos bélicos. Dos cosas destacan en el film, como son el grado de realismo en la animación en las escenas de batallas (aunque no haya muchas) y el alto grado de autorreferencialidad que alcanza Oshii en este film (y sólo por introducir ese perro salchicha, fetichismo de Oshii que incluye en todos sus films) sino por detalles como el que la chica protagonista se llame Kusanagi (igual que la protagonista de Ghost in the Shell) o que en algún letrero aparezca el rótulo “Innocence”, título de la segunda parte de Ghost In the Shell.
Al margen de valoraciones sobre la película o sobre el cine de Oshii, lo que sí nos sirve esta película es para disfrutar de nuevo de una excelente colaboración entre Oshii y Kenji Kawai, quien realiza un estupendo trabajo, tal vez no a la altura de Avalon o las dos partes de Ghost in the Shell, pero sí ciertamente interesante.
La banda sonora
Toda la banda sonora se vertebra en un tema, una excelente melodía con la que arranca el CD y que escucharemos en numerosas ocasiones y versiones a lo largo del disco. Se trata de una bella, melancólica música que nos da una sensación de tristeza. A su vez, aporta un tono, un cierto aire infantil. Sin duda, Kawai ha querido transmitir con este excelente tema el drama de los protagonistas, condenados a combatir en los cielos para siempre, el sinsentido de su vida (nunca llegan a saber siquiera contra quien combaten) y, además, el aspecto también importante de que son niños (o al menos adolescentes cercanos a los 18 años), de ahí el tono infantil de la música. Es curioso cómo emplea Kawai el mismo coro de voces femeninas que utilizó en Ghost in the Shell, aunque en este caso estén distorsionadas electrónicamente.
El tono dominante en toda la partitura es el melancólico aportado por este tema central y por alguno secundario. El tema principal volvemos a encontrarlo en numerosas variaciones a lo largo del CD, cortes 5, 9, 10, 17, 18 y 21; siendo fáciles de reconocer en el tracklist ya que están nombrados como Main Theme más una coletilla. De todas las interpretaciones del tema, sin duda, mis favoritas son la 10 y la 18 Main Theme_blue fish(orgel) y Main Theme_blue fish, respectivamente, donde el leit motiv es convertido en una canción de caja de música y que expresa la fragilidad de los protagonistas que en el fondo siguen siendo niños.
Otro motivo secundario podemos encontrar en el corte 4, Foo-ko, también lánguido y nostálgico y con el que nos volveremos a encontrar en el corte 12, Second sortie. Otro para el chico protagonista, en el corte 13, Night sortie (que también reaparece brevemente al final del corte 17, Main Theme Affair), un tema de órgano en el 14, March hare de aires y sonoridad de años 40 (de hecho, la historia del film casi parecería estar ambientada en una Segunda Guerra Mundial paralela). También encontramos varios temas de acción, con ese estilo tan característico y tan contundente de Kenji Kawai: corte 2, First Sortie (con el acompañamiento de los coros sintetizados ofreciendo una etérea impresión); corte 7, Surprise attack; corte 15, Adler Tag; corte 19, Final Sortie (al final del cual podemos escuchar una dramática versión con acompañamiento coral del tema del protagonista) y en el corte 20, Teacher. El repaso al CD se completa con una canción cantada en inglés por una voz femenina en el corte número 3, Sail away, también de tono lánguido y melancólico a tono con el ánimo que impregna el disco.
Como resumen del comentario, nos encontramos ante una banda sonora muy recomendable, de conseguida ambientación melancólica y de tristeza a través de su bello tema central y con no muchos momentos de acción. Probablemente decepcionará a aquellos que busquen el Kenji Kawai más enérgico de Seven Swords, pero agradará a los que busquen un trabajo más melódico y emotivo. Podemos terminar diciendo que la nueva colaboración Oshii-Kawai no ha decepcionado una vez más.
Lo mejor: el bello tema central, que expresa perfectamente la melancolía mezclada con lo infantil.
Lo peor: a alguno le puede parecer que Kawai abusa demasiado de este tema central.
El momento: particularmente me encanta la versión del tema central con forma de canción de caja de música que se puede escuchar en el corte 18, Main Theme Blue Fish.
Felipe Múgica |
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