|
Katsuhiro Otomo post-Akira
El esfuerzo de Akira, tanto en manga como anime
fue tal para Otomo que, desde entonces dentro del comic prácticamente no volvería
a ponerse detrás de los lápices, limitándose a la
labor de guionista (su obra más famosa de esta etapa probablemente
sea La leyenda de madre Sara) y dentro del cine tardaría mucho
en volver a dirigir un largometraje animado, limitando también
su labor a la de guionista, productor de los proyectos de otros colaboradores
o director de alguna película de segmentos. Parecería que
el éxito de Akira se hubiera tragado a nuestro hombre, hasta la
realización de Steamboy, pero en el largo camino entre estas dos
películas nos encontraremos con una serie de proyectos donde podremos
ver el nombre de Otomo.
En 1991 llevó a cabo una nueva incursión
dentro del cine de imagen real, World apartment horror , proyectada
en algún
festival autóctono (ya que nunca se ha estrenado en nuestro país)
como ¡Qué horror de apartamento! Al igual que su
anterior película con actores, poco se ha visto este largometraje
fuera de sus fronteras, el cual sí debió de disfrutar de
cierto éxito en Japón ya que contó con una adaptación
al manga a cargo del futuro protegido de Otomo, Satoshi Kon. En el film,
se nos cuentan los intentos de un yakuza por desalojar a un grupo de
inmigrantes ilegales de un edificio con la intención de poder
construir un solar. Tarea ésta que no le resultará fácil
ya que los inquilinos se lo pondrán realmente complicado y se
defenderán con uñas y dientes. Crítica social, terror
y paranoia, todo unido en una rareza que quien sabe si algún día
llegaremos a disfrutar en nuestro país, aunque sea vía
DVD.
Incansable, Otomo estrenó ese mismo año
1991, Roujin
Z , con guión de su propia mano pero dirigido por Hiroyuki
Kitakubo. Es Roujin Z una película pequeña, modesta,
a pesar de que también incluya sus dosis de crítica social
y de respeto en el trato a la tercera edad, bajo un tono ligero de
comedia o de historia con robots. En un futuro cercano, surge una solución
para atender a la creciente población de ancianos que no pueden
valerse por si mismos: unos robots capaces de ayudar en todo momento
a estas personas. El problema surgirá cuando uno de estos robots
pierda el control. Ligera y entretenidilla, cabe pensar que era un
proyecto que no le motivaba a Otomo lo suficiente como para dirigirlo
en persona, por lo que delegó la tarea en otro director. Roujin
Z fue editado en VHS años ha por Manga Films.
Habremos de esperar hasta 1995 para ver el siguiente
proyecto con el nombre de Otomo en sus créditos: Memories (editado
en DVD por Columbia Tri-Star). Memories es un excelente largometraje
de episodios (de nuevo nos encontramos con un film de episodios) basado
en mangas del propio Otomo (publicados en el recopilatorio Kanojo no
Omoide), en el que Otomo se reservó la dirección del tercer
y último segmento. A diferencia de Laberinto de historias, Memories
sí que contaba con una duración estandard para cine de
cerca de dos horas, dentro de un conjunto caracterizado por una cuidada
animación, guiones y banda sonora. La primera historia, Rosa magnética,
tal vez sea la mejor de las tres. Dirigida por Koji Morimoto, se trata
de una fascinante historia a medio camino entre la ciencia-ficción
y el cuento de fantasmas en que unos astronautas van a parar a una nave
espacial con forma de rosa en la que viven los recuerdos de una cantante
de ópera. La segunda, Bomba fétida, dirigida por Tensai
Okamura, es la más humorística de las tres, una divertidísima,
negra, delirante historia en la que un hombre despierta en el trabajo
tras haber tomado una extraña pastilla contra el resfriado, descubriendo
que todo el mundo a su alrededor está muerto.
Es de destacar y de agradecer en el film la tremenda
capacidad para cambiar de género y de tono de un segmento a otro sin perder el
interés ni descender la calidad, en un film de episodios que,
por una vez, mantiene un nivel homogéneo de calidad entre las
diferentes historias.
La tercera y última de las historias es la
dirigida por Otomo, Carne
de cañón , que además de ser probablemente
la menos conseguida de las tres, también es la que presenta
una animación más diferenciadora y más alejada
de lo que normalmente identificamos como anime. En ella, la de menor
duración del trío, se nos viene a contar un día
en la vida de un pueblo imaginario, fundamentalmente desde los ojos
de un niño, que se enfrenta a cañonazos a un enemigo
al nunca vemos y que probablemente sea ficticio o inventado (¿metáfora
de algunas situaciones políticas reales?) Como punto fuerte
de la historia su ambientación, un pueblo que parece situado
en algún lugar de la centroeuropa de mediados del XIX (aunque
en las casas haya televisores y aparatos modernos), donde toda su cultura
gira en torno al cañón y donde de hecho en el tejado
de cada casa asoma un cañón apuntando todos ellos hacia
ese enemigo imaginario. También destaca la ruptura en cuanto
al estilo de animación respecto a los dos episodios anteriores.
Aquí se utiliza una técnica (denominada en el making
of del DVD como "proceso de corte único") caracterizada por
el trazo irregular de los dibujos, el esfuerzo de requerir dibujar
al personaje al completo para cada fotograma y un cierto estilo feísta,
además del apoyo del ordenador para determinados planos. A pesar
de que el segmento pueda sorprender por su estilo de animación
diferente o por su original ambientación, lo cierto es que le
falta a la historia un toque de pasión o de más viveza
que evite esa sensación de indiferencia con la que termina uno
al acabar de ver el episodio. La menor duración en relación
a los otros dos relatos tampoco ayuda en una comparación en
la que tenía como competidores a dos historias de muy alto nivel.
Pese a todo ello, Memories es un largometraje muy recomendable, absolutamente
imprescindible para cualquier aficionado al anime y donde la mano de
Otomo seguramente se hizo notar más allá de la responsabilidad
del tercer episodio o de redactar el guión de la segunda de
las historias.
En 1997 apadrinó el film de debut de Satoshi
Kon, Perfect
Blue . Satoshi Kon, antiguo mangaka (realizó la adaptación
al manga de World Apartment Horror como hemos comentado) y que ya figuraba
como guionista de La Rosa Magnética en Memories realizó un
interesante largometraje, una especie de giallo italiano a la japonesa
que bien podría haber sido idea de un Dario Argento. En la película
se nos cuenta los sufrimientos de una chica, antigua cantante, desde
el momento en que deja la canción por la interpretación
y un admirador perturbado comienza a matar gente a su alrededor. Satoshi
Kon pronto demostró que podía valerse solo para realizar
sus propios largometrajes y así lo hizo con sus dos siguientes
proyectos, Millennium Actress y Tokyo Godfathers, en los que ya no
necesitó del apoyo de Otomo. Perfect Blue, por cierto, está editada
en DVD por Manga Films.
También anduvo detrás de la producción, un año
después, de Spriggan , dirigida por Hirotsugu Kawasaki.
Aunque es una película que se puede ver si acudes a ella con pocas
expectativas, no resulta tan lograda como Perfect Blue. Aquí nos
encontramos un conjunto un tanto demencial con arcas de Noé como
armas nucleares o casi, niños con poderes paranormales (parecería
que Otomo hubiera metido mano en el guión), acción desquiciada
y héroes protagonistas de una pieza. Spriggan se puede encontrar
en DVD editado por Filmax.
Más ambiciosa fue la producción de
2001, Metropolis ,
que contaba en esta ocasión sí con guión del propio
Katsuhiro Otomo, basado en un antiguo manga del clásico Osamu
Tezuka. La dirección corrió a cargo del veterano Rintaro,
produciéndose una curiosa inversión de papeles; si en Harmaggedon
era Otomo quien trabajaba a las órdenes de Rintaro, en Metropolis
es éste quien está bajo supervisión del primero.
Curioso comprobar el cambio de status de uno y de otro con el paso del
tiempo. La película, (del cual el manga original en que se basa
tomaba del clásico mudo de Fritz Lang algo más que el título)
contaba con una cuidada realización, una excelente animación,
fidelidad al original de Tezuka y una curiosa banda sonora compuesta
por temas estilo años 20; sin embargo fallaba en el guión
con serios fallos de ritmo y de lentitud en bastantes momentos. Metropolis
está editada en DVD por Columbia Tristar.
Steamboy
Fue en 2004, 16 años después de Akira cuando llegó el
segundo largometraje animado dirigido y realizado plenamente por Katsuhiro
Otomo, Steamboy . De nuevo, el film contó con el presupuesto
más alto con el que había disfrutado nunca un anime (20
millones de dólares), con el apoyo de Columbia Tristar (a través
de la filial Sony Pictures) y de James Cameron y un desproporcionado
periodo de preparación de nada menos que 10 años. Ingente
esfuerzo que no ha evitado que la película haya sido un fracaso
en Japón, aunque sin duda gozará de fácil distribución
mundial gracias al nombre de su director.
Alejado en esta ocasión de misticismos, filosofías y demás
y con la pretensión única de ofrecer un entretenimiento
para un público más bien juvenil, Steamboy cuenta una historia
ambientada en el Londres victoriano, en 1851, justo antes de celebrarse
la Exposición Universal. Ray es un chico extremadamente hábil
en el manejo de las máquinas de vapor que un día recibe
de su abuelo un paquete que contiene un misterioso artefacto de vapor
de forma esférica. Las cosas se complicarán cuando una
extraña Fundación intente apropiarse del invento y más
aún cuando descubra que al frente de la misma se encuentra su
padre, quien creía muerto.
Presentándose el film como lo nuevo del director de Akira, con
una realización de nada menos que diez años y con el presupuesto
más alto para un largometraje de animación japonés,
uno tendría puestas las expectativas muy altas con respecto a
esta película. Sin embargo, el resultado final no es más
que un entretenido film de aventuras que seguramente decepcionará a
todos aquellos que busquen una nueva cumbre dentro del anime japonés.
Abandonando algunas de sus constantes habituales en films anteriores
como los poderes paranormales o la ambientación postapocalíptica,
Otomo se decanta aquí por ese subgénero de la ciencia-ficción
llamado steampunk, caracterizado por ingenios y maquinarias fantásticas
basadas en la tecnología del vapor y del carbón (un ejemplo
cinematográfico reciente de esta corriente podríamos encontrarlo
en Wild Wild West, la cual, dicen, tomó algunas ideas de los bocetos
de Otomo) Es dentro de esta ambientación retro-futurista donde
encontramos los mejores valores de la película; esa imaginación
inagotable en cuanto a transportes, máquinas, armas, castillos
gigantes... que pueblan la historia. La animación, como no podía
ser menos, es excelente, así como la recreación del Londres
victoriano. La música, del pupilo de Hans Zimmer, Steve Jablonsky,
se adecua perfectamente a lo contado en pantalla en cada momento (cotidiano
en las escenas del comienzo en Manchester, pletórico durante las
hazañas de nuestro protagonista...), contiene un loable mensaje
de no desperdiciar el desarrollo tecnológico en armas y emplearlo
para el bien del hombre; y nos ofrece algunos momentos de gran belleza
plástica como ese instante final en que Londres se ve cubierta
por una especie de inesperada nieve.
El gran lastre de la película es su guión. De las dos
horas de que consta la película podemos distinguir una primera
mitad en la que se desarrolla una historia en la que vivimos las dudas
del protagonista acerca de en qué bando puede confiar; luego tenemos
una segunda mitad en la que, ya resueltas estas dudas, se desarrolla
un largo clímax final en las calles de Londres sin aportar nada
más argumentalmente. La acción es constante, trepidante
y espectacular (de nuevo aquí dando rienda suelta a esa querencia
tan típica del anime japonés por la destrucción
masiva y los finales colosales) pero que a más de uno le puede
resultar eterna y de conclusión retrasada ad infinitum.
Aunque Steamboy no haya sido la obra maestra que
seguro muchos esperaban, resulta una película tremendamente interesante, muestra del altísimo
nivel del que goza hoy la animación japonesa, la cual se va convirtiendo
poco a poco en el último reducto que nos queda para los que disfrutamos
de la animación 2D (aunque sea con el apoyo del ordenador como
es el caso de este film). En lo que respecta a Katsuhiro Otomo, Steamboy
podría significar una vuelta a la dirección de largometrajes
de animación, tras un largo paréntesis de guionista, supervisor
y productor o de director de algún segmento en un largometraje
de episodios. Parece superado el enorme stress que en su día debió suponerle
la realización de Akira, con lo que esperamos que el hecho de
ocupar la butaca de director se convierta a partir de ahora en una práctica
más habitual. Los que nos gusta el anime lo agradeceremos; aunque
eso sí, esperemos que no dedique diez años para cada nuevo
proyecto que emprenda.
Felipe Múgica
|
|