|
1. Una Apología del Cine
de Artes Marciales.
¿Bajo qué criterios se debe valorar y evaluar una película
de artes marciales? Evidentemente, si lo hacemos desde un punto de vista
estrictamente cinematográfico, sus deficiencias son evidentes a
priori : personajes estereotipados, planos e ingenuamente perfilados
por actores de más que evidentes carencias interpretativas, un
guión esquemático y errático con serios problemas
de cohesión en el montaje y, en ocasiones, también de coherencia
narrativa, diálogos rayano la simpleza más pueril, todo
ello al servicio de historias de una más que obvia ingenuidad
maniquea. Todas estas deficiencias en la dirección, guión,
o interpretación, por poner tres ejemplos significativos, son
palpables, en mayor o menor medida, en casi todo el cine de artes marciales.
Por este motivo, este género suele estar bastante denostado por
la crítica llamemos "especializada", gran parte de la cual es
incapaz, paradójicamente, de valorar estas películas en
su contexto.
No obstante, el cine de artes marciales es un género que goza
de una vitalidad envidiable, y para el que, según parece, no pasan
los años. ¿Cuál es el motivo? Probablemente que
el cine de artes marciales está desprovisto de cualquier pretensión
pseudointelectualoide, mostrando abiertamente sus bazas, y buscando,
por encima de todo, el entretenimiento. Por supuesto, aquellos a los
que no les resulten emocionantes las a menudo largas escenas de lucha
entre el héroe y sus adversarios, basadas en la exhibición
de técnicas marciales específicas, lo más seguro
es que no encuentren este cine de su agrado. Por otro lado, aquellos
a los que les aburran las películas cuya acción está basada
casi exclusivamente en espectaculares aunque vacías persecuciones
de coches, explosiones, y disparos por doquier... sabrán apreciar
la belleza y la autenticidad de un tipo de cine que hace de las coreografías
de combate su principal seña de identidad. Es cierto, llegados
a este punto, que es habitual en este tipo de cine supeditar aspectos
técnicos y narrativos a la espectacularidad o autenticidad de
los combates, pero es que en Hong Kong lo que más se cuidan son
las coreografías porque es esto precisamente lo que constituye
la esencia del cine de artes marciales, lo que lo hace distinto al cine
de acción occidental antes de que éste también se
viera influido por el boom que experimentó este cine gracias
principalmente a la figura de Bruce Lee.
Anteriormente se han expuesto los defectos comunes
al cine de artes marciales. ¿Por qué no continuar exponiendo sus virtudes?
Es un cine de entretenimiento en el sentido más visceral del término,
un cine honesto y espectacular. El buen cine de artes marciales ofrece
excelentes coreografías de auténticos virtuosos capaces
de auténticas proezas a nivel físico. A diferencia de los
típicos productos de acción basados en el uso de armas
de fuego, el cine de artes marciales retoma el legado de un sistema de
combate sofisticado y eficaz que tiene siglos de antigüedad y bebe
de diversas fuentes. En ese sentido, el cine de artes marciales, más
que ninguna exhibición, relegada a emisiones en canales nacionales
o autonómicos de televisión, tiene un importante papel
en la difusión de las artes marciales en todo el mundo. No hay
más que poner como ejemplo, de nuevo, el fenómeno de Bruce
Lee, el cual popularizó el kung fu chino como nadie. Si no fuera
por figuras mediáticas como Lee, indudablemente las artes marciales
no habrían tenido la rápida expansión por casi todas
partes del globo. Amén de su contribución en la perpetuación
de un arte que bebe de diversas fuentes religiosas y culturales, el cine
de artes marciales suele presentar personajes de alto sentido moral que
saben superar las adversidades gracias a su arte, arte que se ven obligados
a utilizar por motivos de causa mayor, y siempre al servicio de ideales
de justicia. Por supuesto no todo el cine de artes marciales se adapta
a este canon ético, y el nivel de violencia al que llegan algunas
películas es bastante considerable. Como cualquier otro género,
el cine de artes marciales ha sabido muy bien conectar con las inquietudes
y miedos de una sociedad cada vez más desprotegida y desamparada,
cada vez más violenta y desatada. En este sentido, el hecho de
que haya llegado a erigirse como género cinematográfico
independiente, pese a quien pese, no es sino una reacción o consecuencia
natural que tiene una profunda base sociocultural. El cine de artes marciales
permite al espectador evadirse por unas horas, identificarse con personajes
capaces de desenvolverse en situaciones críticas, y también
admirar las proezas físicas de las estrellas del género.
Llegados a este punto, aquello en lo que se suelen
basar los críticos
a la hora de denostar una película de artes marciales es, precisamente,
lo que menos importancia tiene en este tipo de cine. Si, para que una
película de género sea buena tiene que tener un buen argumento,
buenos personajes, estar bien dirigida e interpretada, entonces ninguna
película de artes marciales es una buena película. Sin
embargo, en tanto que su finalidad es la de entretener y ofrecer demostraciones
de artes marciales, este tipo de películas, dirigidas a un público
muy específico, deberían por tanto ser valoradas desde
una óptica diferente. Permítanme un solo ejemplo: El Furor
del Dragón no es una buena película, pero es una excelente
película de artes marciales. Quedarse en lo primero es una visión
incompleta y manipulada de la realidad, ya que lo último que un
aficionado al género desea ver en una película de esta índole
son interpretaciones de óscar o un guión complejo. Del
mismo modo que las escenas de lucha en una película de Bruce Lee
son infinitamente superiores a las que se puedan encontrar en una película
de James Bond, del mismo modo no es realista exigir lo mismo en términos
cinematográficos a ambas películas. La importancia de las
coreografías en el cine de artes marciales es equiparable a la
que puedan tener las canciones en un musical como por ejemplo "Cantando
Bajo la Lluvia", si se me permite la analogía.¿Por qué no
valorar, del mismo modo, la labor de los directores de acción,
coreógrafos y actores en una película como Érase
Una Vez en China? Por desgracia existe aún hoy día un absurdo
prejuicio con respecto a este tipo de cine.
En resumidas cuentas, el cine de artes marciales
tiene películas
maravillosas y películas execrables, como en cualquier otro género.
Por encima de todo, es un cine de entretenimiento, y como tal debe valorarse.
Dicho entretenimiento está sustentado, principalmente, en los
alardes marciales de los protagonistas. En ese sentido, la calidad de
la película estará supeditada a las coreografías
principalmente. Una película puede estar bien dirigida e interpretada,
pero si las coreografías son torpes o escasas, entonces podrá ser
una buena "película" a secas, pero sería un tanto incongruente
considerarla una buena "película de artes marciales", ya que no
es precisamente en lo marcial donde la película despunta. Igualmente,
una película puede tener una historia pésima y estar muy
mal interpretada, pero si las escenas de lucha son sobresalientes, entonces
por muy "mala" que sea la película no por ello dejaría
de ser una "excelente película de artes marciales" (por ejemplo "El
Furor del Dragón"). La historia, que por supuesto tiene su importancia,
sirve de vehículo para plantear situaciones que permitan a los
actores demostrar sus habilidades tal y como estipula el coreógrafo.
En ocasiones las escenas de lucha estarán más o menos integradas
en la historia, contribuyendo en distinta medida al fluido discurrir
de la historia, pero no se debe olvidar lo que realmente interesa en
este género.
2. Ong Bak: La Película
2.a. Introducción.
Esta reflexión es apropiada en el
caso de Ong Bak, una película
susceptible de ser execrada y denostada por su esquemático guión,
sus personajes de cartón y el chapucero montaje o doblaje, entre
otros aspectos técnicos que me abstendré de enumerar por
su obviedad. De este modo se echa por tierra la muy ardua labor de todo
un equipo de actores, coreógrafos o dobles que, literalmente,
se han partido los huesos por mostrar una película de artes marciales
novedosa y original, con unas coreografías que suponen el summum
del realismo. Craso error. Limitar el análisis a cuestiones técnicas
implica perder el rumbo desde el principio, ya que se está pasando
por alto lo que realmente hace de esta película una de las mejores
obras cinematográficas que ha dado el género en toda su
historia. Si cinematográficamente Ong Bak difícilmente
llegaría al 5, como película de artes marciales rebasa,
y de manera muy holgada, el 10 redondo. Dicho de otro modo, Ong Bak es
una obra maestra absoluta del cine de artes marciales, una película
espectacular y arriesgada que hace honor, por una vez, a aquella sentencia
de "nunca has visto nada igual", tan tramposamente frecuente en este
tipo de cine, no sólo por el estilo de combate empleado, sino
por la manera de rodar los enfrentamientos.
2.b. Argumento.
Ong Bak narra la historia del joven
huérfano Ting,
criado por el monje Para Kru en el templo de una aldea rural tailandesa
llamada Nong Pradu. Al principio de la película asistimos a lo
que parece ser una competición ritual por la cual los aspirantes
deben escalar por las frondosas ramas de un longevo árbol, llegar
a la misma cima, conseguir el "trofeo" y volver a tierra firme sin que
ninguno de los demás competidores se lo arrebaten, al compás
de una frenética música interpretada con instrumentos aborígenes.
Se trata de una inusual y llamativa escena que sirve de presentación
del protagonista de la película, que realiza una llamativa exhibición
de agilidad y destreza. Al mismo tiempo, esta escena sirve también
para asentar las bases de lo que va a constituir la principal baza de
esta película, la autenticidad no sólo en las peleas, sino
también en las arriesgadas acrobacias y piruetas realizadas sin
dobles por la estrella indiscutible de esta película, Tony Jaa,
cuyo nombre verdadero es Phanom Yeerum, y sobre el cual nos centraremos
más adelante.
La vida en el poblado parece discurrir con prosperidad
y felicidad para todos... hasta que aparece un antiguo habitante del
poblado llamado Don, con la intención de comprarle un antiguo y valioso amuleto budista
a uno de los ancianos de la aldea. Éste, no obstante, se niega
a vender una reliquia que espera poder entregar a su hijo Hum Lae cuando éste
se ordene sacerdote, para contrariedad de Don, el cual no tiene la intención
de abandonar la aldea con las manos vacías. Con el fin de ganarse
los favores de su jefe, el gángster local y traficante de reliquias
artísticas Khom Tuan, el delincuente decide volcar su interés
nada más y nada menos que en lo que posee más valor para
los habitantes del pueblo, una estatua de Buda custodiada en el templo
desde hace 200 años llamada Ong Bak, y al que los lugareños
le otorgan un poder divino. Debido a las dimensiones de la figura, Don
y sus secuaces únicamente llegan a apropiarse de la cabeza del
Buda y huyen a Bangkok, sumiendo en el desconsuelo y la desesperación
a los sencillos y supersticiosos habitantes, los cuales atribuían
toda la prosperidad y felicidad de la aldea al Ong Bak.
Afortunadamente para el pueblo de Nong Pradu, Don
llegó a darle
su dirección en Bangkok al anciano al que pretendía comprarle
el amuleto, con la esperanza de que pudiera cambiar de parecer por influencia
del dinero ofrecido, antes de que acabara por decidirse en robar la cabeza
del Ong Bak. Afortunadamente también, el joven ganador de la prueba
ritual es un experto en el antiguo arte del Muay Thai, arte que aprendió de
su maestro, el monje Para Kru. La película no tarda en ofrecer
una primera demostración de este arte, de manos del mismísimo
Ting, el cual nos ofrece una espectacular exhibición de movimientos
y golpes encadenados en una secuencia similar a la de las formas de las
artes marciales japonesas, bajo la atenta mirada de su tío. Las
principales señas de identidad de este arte son, en primer lugar,
las posturas, bastante bajas, con lo que el enraizamiento está bastante
acuciado; en segundo lugar, la brutalidad y eficacia de los golpes, en
los que tienen una especial importancia los codos y las rodillas, sin
duda las dos partes más duras del cuerpo y, por tanto, las más
mortíferas a la hora de efectuar un golpe. Destacar también
la posición de guardia y el modo de dar puñetazos y patadas,
alargando todo el brazo y la pierna. Lo pintoresco de los nombres de
las técnicas, recitadas por Ting durante su exhibición,
no deben despistarnos, ya que la realidad de los golpes es mucho menos
poética, y mucho más contundente, como se verá más
adelante, cuando Jaa ponga en práctica todos los movimientos ejecutados
en el combate con los distintos adversarios a los que deberá hacer
frente durante todo el metraje de la película.
El joven Ting se presenta voluntario para ir a Bangkok
y rescatar la cabeza del Ong Bak para su pueblo. En el momento de su
partida, todo el pueblo le hace entrega del dinero que poseen y que
puede serle de utilidad en la gran urbe, donde las monedas sí tienen valor e
importancia. En la apacible y tranquila aldea de Nong Pradu, la felicidad
no viene de la posesión de bienes materiales, sino de la prosperidad
y salud atribuidas a la imagen del Buda Ong Bak. La música escuchada
en esta escena evoca tristeza y vacío, el mismo vacío del
pueblo por el crimen cometido. El anciano al que intentara regatear Don
le entrega al joven una carta para su hijo Hum Lae, el cual saliera del
pueblo años atrás para estudiar en Bangkok. Sin embargo,
Hum Lae está lejos de llevar una vida entregada a la formación
en la gran ciudad, habiéndose dedicado durante todo ese tiempo
a pequeñas estafas, en colaboración con la pícara
Muay Lek, con las que poder conseguir dinero para, por un lado, pagar
los estudios de Muay y, por otro, pagar las propias deudas de Hum Lae
con gángsters y delincuentes locales. Su vida está por
tanto al límite, y se verá cambiada radicalmente con la
llegada de Ting a la ciudad.
En un principio la actitud de Hum Lae, interpretado
por el famoso cómico
tailandés Mum Jokmok, cuyo nombre nombre real es Petchtai Wongkamlao,
hacia Ting es bastante agresiva, especialmente cuando éste lo
reconoce y lo trata de igual a igual. Hum parece haber renegado por completo
de sus orígenes como habitante de Nong Pradu, mostrando su animadversión
hacia todo lo que tiene que ver con el pueblo, muy probablemente debido
a su oposición a cumplir los designios de su padre por convertirse
en monje, aunque en ningún momento se aclare este punto en la
película. Dicha animadversión se manifiesta incluso en
el hecho de que, en la ciudad, nadie lo conoce por su verdadero nombre,
sino por el de George. Cuando Ting iba a entregarle la carta escrita
por su padre, éste reacciona con vehemencia empujándolo
para quitárselo de encima, provocando que Ting deje caer su "bolsa" de
viaje, con la carta y, también, el dinero ofrecido por los habitantes
del pueblo. Cuando Hum Lae lo ve, comprende que tiene ante él
una forma fácil y segura de conseguir dinero, por lo que se disculpa
ante Ting y lo invita a su casa. Tan pronto empieza el joven a contarle
el propósito de su visita a Bangkok, Hum Lae lo corta y le invita,
o más bien impele, a darse una ducha, con el fin de separar al "paleto" de
sus posesiones. Tan pronto lo hace, éste coge el dinero y se va
a un local de luchas clandestinas a apostarlo todo.
Ting, el cual, pese a su ingenuidad, todavía no terminaba por
confiar del todo en Hum Lae, se da cuenta del engaño, pero no
consigue evitar que éste escape en moto, con lo que no le queda
más remedio que perseguirlo por toda la ciudad. El local en cuestión
resulta ser propiedad de Khom Tuan, el mismo gángster responsable,
si bien indirecta e inconscientemente, del robo del Ong Bak. Khom Tuan
es uno de los delincuentes más peligrosos de la ciudad, y es temido
por todos, pese a ser un inválido laringectomizado que necesita
de un modulador electrónico para comunicarse. Éste cuenta
con la protección del temible luchador birmano Saming, interpretado
por Chatthapong Pantanaunkul. Nada más llegar al garito, Ting
encuentra a Hum Lae, el cual le confiesa haber apostado su dinero por
un luchador llamado Ali, el cual es derrotado por el bruto de Khom Tuan,
apodado "Pearl Harbor" . Esta victoria hace que el gángster gane
su apuesta con otro mafioso local, los cuales se dedican a observar los
combates desde una sala ubicada en el piso superior con una amplia cristalera
que permite ver todo lo que acontece tanto en el ring como en el mismo
local, donde el público puede beber y apostar por su luchador
favorito.
Cuando Ting le pide a Hum Lae el dinero y éste le responde que
lo ha apostado y perdido, éste se dirige hacia el lugar donde
se efectúan las apuestas para recuperarlo, aunque para ello tiene
que atravesar el ring en el momento en el que se estaba alentando a luchadores
del público a enfrentarse con el vencedor. Sin posibilidad de
dar marcha atrás, el joven se encuentra frente a frente al bestia
que ganó el combate de la noche. Impertérrito, sin ni siquiera
quitarse la bolsa de viaje, Ting deja que el luchador de el primer paso,
abalanzándose hacia él con la intención de batirlo
de un puñetazo... y en ese momento, cuando entra en su campo de
distancia, súbitamente, Ting se aparta y le encaja un brutal rodillazo
(movimiento denominado "Yan Erawan") en todo el esternón que lo
tumba y lo deja inconsciente, ante el estupor de todos los allí presentes.
Se puede ver esta increíble secuencia en el siguiente enlace:
http://herakles.free.fr/Calorifix/Ong-Bak/photo02.gif
Molesto por la situación, Ting se niega a coger el dinero que
le ofrecen, y una vez que ha recuperado el dinero que le entregara la
gente del pueblo, sale del local acompañado por un furioso Hum
Lae que no entiende por qué no cogió además el dinero
que le ofrecieron por ganar el combate. Ting es consciente de lo peligroso
que es el Muay Thai, de ahí que se muestre reacio a utilizarlo,
puesto que podría matar a su adversario. Además, no es
su deseo corromper su arte y luchar por dinero, de ahí que rechazara
la cantidad ofrecida. Por supuesto, Hum Lae no puede entender la honestidad
del luchador, y tras una discusión en la que le espeta que no
le ayudará a encontrar a Don a menos que luche por él una
vez más, ambos se separan, aunque poco podía imaginar Hum
Lae hasta qué punto sus caminos están abocados a encontrarse
de nuevo.
Esa noche, Hum Lae, de vuelta al hogar, encuentra
la carta que Ting trajera para él de parte de su padre, y le echa un vistazo, pero
sólo por el reverso, en el cual su padre le confesaba que lamentaba
no poder entregarle el dinero que éste le pidió, ya que
el pueblo se encontraba en una situación bastante angustiosa.
Sin leer nada más, Hum Lae tira al suelo la carta, enojado. Mientras,
Ting aprovecha para meditar en uno de los templos de la ciudad, mientras
que, en el pueblo de Nong Pradu, la sequía amenaza con traer la
desgracia y el hambre al pueblo a menos que se devuelva pronto la cabeza
del Ong Bak. En esta escena se puede escuchar por primera vez el tema
principal de la película, una melodía conmovedora en su
aparente simplicidad, y que evoca un aura de misticismo y espiritualidad
muy acordes con el carácter religioso de la estatua.
Al día siguiente, mientras Ting prosigue su búsqueda de
Don, Hum Lae y Muay Lek vuelven a hacer de las suyas, estafando esta
vez a un conocido mafioso que regenta un club de juego y en el que el
mismo Hum Lae ya había trabajado repartiendo cartas y haciendo
trampas de manera deliberada con el fin de que siempre ganara su jefe.
No obstante, en esta ocasión Hum Lae no tiene la intención
de dejarlo ganar a él, sino a la pícara Muay Lek, que se
hace pasar por cliente una vez que Hum Lae empieza a repartir las cartas,
ganando al mafioso quince veces, lo cual hace que éste empiece
a sospechar acerca del juego limpio de la muchacha. No obstante, cuando éste
iba a cachearla, Hum Lae se le adelanta y, una vez que las pruebas que
delatan el juego sucio de la chica han sido ocultadas convenientemente,
Hum Lae la expulsa del local con fingidas amenazas para, una vez terminado
su trabajo, reencontrarse con ella y repartirse el dinero.
Pero las cosas no son tan fáciles como parecen, ya que en ese
momento aparece uno de los macarras a los que Hum Lae estafara al principio,
exigiendo que le paguen el resto del dinero que le deben. Como aún
no había conseguido toda esa cantidad, el mafioso se enfurece
y le empieza a propinarle una brutal paliza ayudado por unos cuantos
esbirros. En ese momento, como es de esperar, aparece Ting, el cual no
parece tener mucha intención de ayudar a alguien que lo engañó,
robó, abusó de su confianza y en definitiva a alguien cuyo único
interés era conseguir dinero al precio que sea. Pero cuando el
mafioso empieza a atacar a la muchacha, éste entra en acción
nuevamente. Hasta entonces Ting se ha estado reservando en lo relativo
al combate por los motivos anteriormente expuestos, y ésta no
es ninguna excepción, si bien sí es un combate más
largo y elaborado. No obstante, Ting no hará uso de técnicas
mortales de Muay Thai, optando principalmente por proyecciones. Se puede
apreciar claramente que Ting está reservándose y que, realmente,
no desea hacer daño a sus oponentes. Pese a todo, el realismo
mostrado en estas contundentes proyecciones está fuera de toda
duda.
Hum Lae vuelve a intentar convencer a Ting de que
luche para él,
y ante la negativa de éste empieza a descalificar a la gente de
su pueblo, provocando una airada reacción por parte del joven
luchador. Sin embargo, Hum Lae no tendrá oportunidad de devolverle
el golpe, ya que en ese momento reaparece el mafioso al que Ting tumbara
minutos atrás, esta vez rodeado de toda una panda de camorristas
y maleantes, liderados por el jefe del garito de juego en el que Hum
Lae realizó su última estafa. Llegamos así a uno
de los momentos álgidos de la película, que consiste en
una espectacular persecución por las calles de Bangkok, en la
que Tony Jaa aprovecha para dejar al espectador con la boca abierta ante
una serie de acrobacias, saltos y piruetas a cuál más peligrosas
e increíbles, realizados todos sin ningún tipo de doble
o trucaje. Los que disfrutan con las proezas físicas de Jackie
Chan encontrarán que muchas de las proezas físicas mostradas
en vivo por Tony Jaa no tienen nada que envidiar a las que realizara
Chan en sus mejores tiempos. Desde saltar por encima de un grupo de niños
jugando tranquilamente en la calle, o saltar por encima de coches de
verdad, o pasar a través de un aro de alambre en movimiento, sortear
obstáculos en movimientos, deslizarse por debajo de una furgoneta
en movimiento sin detener su marcha, pasar por encima de un grupo de
maleantes apoyándose en los hombros y cabezas de cada uno de estos
sin detenerse un solo momento... son sólo algunas de las increíbles
hazañas de un verdadero genio que despunta no sólo en los
combates, sino también a la hora de realizar sus propias escenas
de riesgo sin ningún tipo de cables o dobles. Su flexibilidad,
su gracia, su agilidad... son verdaderamente portentosas. Hacía
muuuucho tiempo que no veía una escena como ésta, todo
un testimonio de la gracia y la capacidad del cuerpo humano por realizar
movimientos que aparentemente podrían resultar completamente imposibles
de ejecutar. Tony Jaa nos demuestra que sí es posible, y el resultado
es una de las mejores escenas de persecución jamás vistas
en el cine, que alterna las increíbles hazañas de Jaa con
algunos números cómicos a cargo de Wongkamlao, algunos
realmente divertidos, como cuando Hum Lae amenaza a los que lo persiguen
con un cuchillo y en ese mismo momento aparece una vendedora ambulante
de cuchillos... simplemente genial. Por supuesto, Jaa tiene también
oportunidad de realizar algunos movimientos de combate en algún
momento durante la persecución, volviendo a asombrar con su elasticidad,
flexibilidad y agilidad... los movimientos están perfectamente
ejecutados, la cámara está situada en el lugar más
adecuado para mostrar su belleza y también su potencia con toda
claridad. Pese a lo estético de sus movimientos, la eficacia de
los golpes está fuera de toda duda. El gran logro de esta película,
quizás, está en saber combinar ambos aspectos, belleza
estética de los movimientos con contundencia y efectividad real,
sin que uno esté supeditado a otro. Ver a Jaa en acción
es una experiencia sumamente gratificante, pero al mismo tiempo uno no
puede por menos que sentir un escalofrío de pensar en lo peligrosos
que son realmente muchos de esos golpes.
No obstante, Tony Jaa todavía no ha dejado de reservarse en lo
puramente marcial, y es que hasta el momento las breves escenas de combate,
aunque perfectamente ejecutadas, son han sido demasiado breves y realmente
no llegaban a hacer justicia del todo al nivel técnico del actor...
como ya digo, hasta el momento. Porque, una vez que Ting lo hubo salvado
de los que lo perseguían, Hum Lae se ofrece a llevarlo a donde
pueda encontrar a Don... y lo lleva al mismo lugar donde el joven guerrero
derrotara anteriormente al luchador del gángster... luchador que
ha sido reemplazado como "campeón" de Khom Tuan por un gigante
aún más bestia y de aspecto más amenazador apodado "Big
Bear". Hum Lae le indica a Ting que Don suele frecuentar ese local para
vender drogas (y también porque trabaja para el gángster
Tuan, aunque esto Hum Lae no lo sabe), por lo que el joven se pone a
buscarlo por entre la clientela del tugurio. Cuando lo reconocen como
el luchador que derrotó de un solo golpe a "Pearl Harbor", el
público lo conmina a que salga al ring a pelear, sin embargo éste
se muestra indiferente, ignorando las mismas provocaciones de "Big Bear",
el cual lo acusa de "cobarde", mofándose de su país y del
Muay Thai. Ting, no obstante, no entra en la provocación, y prosigue
su búsqueda. Viendo que con las palabras no consigue nada, el
matón empieza a abusar de una de las camareras locales, para mayor
consternación de un joven practicante de este arte de combate
que se encontraba en aquel momento entre el público, el cual saldrá a
enfrentarse al gigante sin muchos resultados. Los golpes propinados parecen
no surtir ningún efecto en "Big Bear", el cual comienza a apalear
al joven ante los llantos y ruegos de la muchacha de la que antes estaba
abusando. Cuando "Big Bear" le da un brutal bofetón para zafarse
de ella, Ting decide que es hora de darle una lección, y sale
al ring con cara de pocos amigos. Y empieza, señoras y señores,
otro de los momentos cúlmen de la película, y también
una larga secuencia de combate que debe figurar entre los mejores momentos
que ha dado jamás el cine de artes marciales en la gran pantalla.
La pelea con "Big Bear" es corta pero brutal. Ting hace la primera demostración
en serio de Muay Thai, y qué demostración. Devastador.
Aunque a primera vista puede parecer que no tiene nada que hacer contra
un adversario tan grande y poderoso, la verdad es que la contundencia
de los golpes es suficientemente reveladora como para que no haga falta
apelar en exceso a nuestra complicidad y credibilidad. Tony Jaa despacha
al gigante en unos pocos segundos, rematándolo con un brutal golpe
con los dos codos en la coronilla del adversario, a la vez que las rodillas
aprisionan la cabeza del mismo.
Cuando parecía que todo había acabado y Ting hace acto
de salir del ring, en ese momento surge un nuevo luchador dispuesto a
enfrentarse a la "leyenda de Nong Pradu" y probar si verdaderamente es
tan fuerte y ágil. Ese nuevo luchador es un japonés llamado
Toshiro, y esta pelea es, sin ninguna duda, la mejor de toda la película.
Es más, me atrevería a decir que es la mejor confrontación
entre dos luchadores que haya visto en una sala de cine en los últimos
quince años. La coreografía de esta escena es soberbia,
y además está perfectamente rodada, permitiendo en todo
momento ver lo que está ocurriendo (si es que, cuando el actor
sabe, no es necesario confundir al espectador y tratar de disimular nada)
y apreciar la rapidez y la fuerza de los golpes de Jaa, que en esta ocasión
debe enfrentarse a un enemigo muy distinto. Si la anterior pelea había
servido para demostrar la contundencia y la eficacia de los golpes de
Muay Thai frente a un adversario más fuerte y grande, en este
caso Ting debe enfrentarse a un enemigo mucho más ágil,
rápido y veloz que "Big Bear", y con un estilo más elusivo,
más esquivo, y también más engañoso y traicionero.
Es en esta pelea, bastante más larga, donde Ting tiene la oportunidad
de mostrar realmente su habilidad como artista marcial. Hay varios momentos
sobresalientes, como por ejemplo cuando, tras ver que Toshiro esquiva
todos sus puñetazos, Ting hace una finta para despistarlo, aprovechando
para alcanzar a su enemigo con una increíble patada, o cuando
realiza un encadenamiento de puñetazos con patadas y golpes de
rodilla que te deja literalmente sin aliento. Igualmente destacable es
el uso que hace Jaa de las piernas para bloquear patadas en un momento
concreto de la confrontación. Golpes de codo, de rodilla, patadas
ultrarrápidas de una precisión y contundencia inauditas.
Con todo, el momento que me dejó especialmente más perplejo
y atónito se corresponde con una ultrarrápida patada que
encaja Tony Jaa en su adversario pese a la distancia que los separa.
Es tan rápido, y a la vez tan demoledor, que pillará por
sorpresa a más de un espectador. No es sólo la flexibilidad
que posee y la espectacularidad de sus golpes... es que, además,
los golpes tienen una fuerza increíble. Cuando parecía
que el adversario ya estaba derrotado, éste intenta pillarlo desprevenido
atacándolo por la espalda. Como respuesta, Ting se vuelve y, dando
un salto, encaja un golpe de rodilla demoledor. La proyección
de cadera de Jaa es impecable.
Luis Fernando Rodríguez Romero
|