DOJO: Ong-Bak

Ong-Bak Título Original: Ong Bak (2003)
Director: Prachya Pinkaew
Int.: Tony Jaa, Perttary Wongkamlao, Pumwaree Yodkamol
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1. Una Apología del Cine de Artes Marciales.

¿Bajo qué criterios se debe valorar y evaluar una película de artes marciales? Evidentemente, si lo hacemos desde un punto de vista estrictamente cinematográfico, sus deficiencias son evidentes a priori : personajes estereotipados, planos e ingenuamente perfilados por actores de más que evidentes carencias interpretativas, un guión esquemático y errático con serios problemas de cohesión en el montaje y, en ocasiones, también de coherencia narrativa, diálogos rayano la simpleza más pueril, todo ello al servicio de historias de una más que obvia ingenuidad maniquea. Todas estas deficiencias en la dirección, guión, o interpretación, por poner tres ejemplos significativos, son palpables, en mayor o menor medida, en casi todo el cine de artes marciales. Por este motivo, este género suele estar bastante denostado por la crítica llamemos "especializada", gran parte de la cual es incapaz, paradójicamente, de valorar estas películas en su contexto.

No obstante, el cine de artes marciales es un género que goza de una vitalidad envidiable, y para el que, según parece, no pasan los años. ¿Cuál es el motivo? Probablemente que el cine de artes marciales está desprovisto de cualquier pretensión pseudointelectualoide, mostrando abiertamente sus bazas, y buscando, por encima de todo, el entretenimiento. Por supuesto, aquellos a los que no les resulten emocionantes las a menudo largas escenas de lucha entre el héroe y sus adversarios, basadas en la exhibición de técnicas marciales específicas, lo más seguro es que no encuentren este cine de su agrado. Por otro lado, aquellos a los que les aburran las películas cuya acción está basada casi exclusivamente en espectaculares aunque vacías persecuciones de coches, explosiones, y disparos por doquier... sabrán apreciar la belleza y la autenticidad de un tipo de cine que hace de las coreografías de combate su principal seña de identidad. Es cierto, llegados a este punto, que es habitual en este tipo de cine supeditar aspectos técnicos y narrativos a la espectacularidad o autenticidad de los combates, pero es que en Hong Kong lo que más se cuidan son las coreografías porque es esto precisamente lo que constituye la esencia del cine de artes marciales, lo que lo hace distinto al cine de acción occidental antes de que éste también se viera influido por el boom que experimentó este cine gracias principalmente a la figura de Bruce Lee.

Anteriormente se han expuesto los defectos comunes al cine de artes marciales. ¿Por qué no continuar exponiendo sus virtudes? Es un cine de entretenimiento en el sentido más visceral del término, un cine honesto y espectacular. El buen cine de artes marciales ofrece excelentes coreografías de auténticos virtuosos capaces de auténticas proezas a nivel físico. A diferencia de los típicos productos de acción basados en el uso de armas de fuego, el cine de artes marciales retoma el legado de un sistema de combate sofisticado y eficaz que tiene siglos de antigüedad y bebe de diversas fuentes. En ese sentido, el cine de artes marciales, más que ninguna exhibición, relegada a emisiones en canales nacionales o autonómicos de televisión, tiene un importante papel en la difusión de las artes marciales en todo el mundo. No hay más que poner como ejemplo, de nuevo, el fenómeno de Bruce Lee, el cual popularizó el kung fu chino como nadie. Si no fuera por figuras mediáticas como Lee, indudablemente las artes marciales no habrían tenido la rápida expansión por casi todas partes del globo. Amén de su contribución en la perpetuación de un arte que bebe de diversas fuentes religiosas y culturales, el cine de artes marciales suele presentar personajes de alto sentido moral que saben superar las adversidades gracias a su arte, arte que se ven obligados a utilizar por motivos de causa mayor, y siempre al servicio de ideales de justicia. Por supuesto no todo el cine de artes marciales se adapta a este canon ético, y el nivel de violencia al que llegan algunas películas es bastante considerable. Como cualquier otro género, el cine de artes marciales ha sabido muy bien conectar con las inquietudes y miedos de una sociedad cada vez más desprotegida y desamparada, cada vez más violenta y desatada. En este sentido, el hecho de que haya llegado a erigirse como género cinematográfico independiente, pese a quien pese, no es sino una reacción o consecuencia natural que tiene una profunda base sociocultural. El cine de artes marciales permite al espectador evadirse por unas horas, identificarse con personajes capaces de desenvolverse en situaciones críticas, y también admirar las proezas físicas de las estrellas del género.

Llegados a este punto, aquello en lo que se suelen basar los críticos a la hora de denostar una película de artes marciales es, precisamente, lo que menos importancia tiene en este tipo de cine. Si, para que una película de género sea buena tiene que tener un buen argumento, buenos personajes, estar bien dirigida e interpretada, entonces ninguna película de artes marciales es una buena película. Sin embargo, en tanto que su finalidad es la de entretener y ofrecer demostraciones de artes marciales, este tipo de películas, dirigidas a un público muy específico, deberían por tanto ser valoradas desde una óptica diferente. Permítanme un solo ejemplo: El Furor del Dragón no es una buena película, pero es una excelente película de artes marciales. Quedarse en lo primero es una visión incompleta y manipulada de la realidad, ya que lo último que un aficionado al género desea ver en una película de esta índole son interpretaciones de óscar o un guión complejo. Del mismo modo que las escenas de lucha en una película de Bruce Lee son infinitamente superiores a las que se puedan encontrar en una película de James Bond, del mismo modo no es realista exigir lo mismo en términos cinematográficos a ambas películas. La importancia de las coreografías en el cine de artes marciales es equiparable a la que puedan tener las canciones en un musical como por ejemplo "Cantando Bajo la Lluvia", si se me permite la analogía.¿Por qué no valorar, del mismo modo, la labor de los directores de acción, coreógrafos y actores en una película como Érase Una Vez en China? Por desgracia existe aún hoy día un absurdo prejuicio con respecto a este tipo de cine.

En resumidas cuentas, el cine de artes marciales tiene películas maravillosas y películas execrables, como en cualquier otro género. Por encima de todo, es un cine de entretenimiento, y como tal debe valorarse. Dicho entretenimiento está sustentado, principalmente, en los alardes marciales de los protagonistas. En ese sentido, la calidad de la película estará supeditada a las coreografías principalmente. Una película puede estar bien dirigida e interpretada, pero si las coreografías son torpes o escasas, entonces podrá ser una buena "película" a secas, pero sería un tanto incongruente considerarla una buena "película de artes marciales", ya que no es precisamente en lo marcial donde la película despunta. Igualmente, una película puede tener una historia pésima y estar muy mal interpretada, pero si las escenas de lucha son sobresalientes, entonces por muy "mala" que sea la película no por ello dejaría de ser una "excelente película de artes marciales" (por ejemplo "El Furor del Dragón"). La historia, que por supuesto tiene su importancia, sirve de vehículo para plantear situaciones que permitan a los actores demostrar sus habilidades tal y como estipula el coreógrafo. En ocasiones las escenas de lucha estarán más o menos integradas en la historia, contribuyendo en distinta medida al fluido discurrir de la historia, pero no se debe olvidar lo que realmente interesa en este género.

2. Ong Bak: La Película

2.a. Introducción.

  Esta reflexión es apropiada en el caso de Ong Bak, una película susceptible de ser execrada y denostada por su esquemático guión, sus personajes de cartón y el chapucero montaje o doblaje, entre otros aspectos técnicos que me abstendré de enumerar por su obviedad. De este modo se echa por tierra la muy ardua labor de todo un equipo de actores, coreógrafos o dobles que, literalmente, se han partido los huesos por mostrar una película de artes marciales novedosa y original, con unas coreografías que suponen el summum del realismo. Craso error. Limitar el análisis a cuestiones técnicas implica perder el rumbo desde el principio, ya que se está pasando por alto lo que realmente hace de esta película una de las mejores obras cinematográficas que ha dado el género en toda su historia. Si cinematográficamente Ong Bak difícilmente llegaría al 5, como película de artes marciales rebasa, y de manera muy holgada, el 10 redondo. Dicho de otro modo, Ong Bak es una obra maestra absoluta del cine de artes marciales, una película espectacular y arriesgada que hace honor, por una vez, a aquella sentencia de "nunca has visto nada igual", tan tramposamente frecuente en este tipo de cine, no sólo por el estilo de combate empleado, sino por la manera de rodar los enfrentamientos.

2.b. Argumento.

  Ong Bak narra la historia del joven huérfano Ting, criado por el monje Para Kru en el templo de una aldea rural tailandesa llamada Nong Pradu. Al principio de la película asistimos a lo que parece ser una competición ritual por la cual los aspirantes deben escalar por las frondosas ramas de un longevo árbol, llegar a la misma cima, conseguir el "trofeo" y volver a tierra firme sin que ninguno de los demás competidores se lo arrebaten, al compás de una frenética música interpretada con instrumentos aborígenes. Se trata de una inusual y llamativa escena que sirve de presentación del protagonista de la película, que realiza una llamativa exhibición de agilidad y destreza. Al mismo tiempo, esta escena sirve también para asentar las bases de lo que va a constituir la principal baza de esta película, la autenticidad no sólo en las peleas, sino también en las arriesgadas acrobacias y piruetas realizadas sin dobles por la estrella indiscutible de esta película, Tony Jaa, cuyo nombre verdadero es Phanom Yeerum, y sobre el cual nos centraremos más adelante.

La vida en el poblado parece discurrir con prosperidad y felicidad para todos... hasta que aparece un antiguo habitante del poblado llamado Don, con la intención de comprarle un antiguo y valioso amuleto budista a uno de los ancianos de la aldea. Éste, no obstante, se niega a vender una reliquia que espera poder entregar a su hijo Hum Lae cuando éste se ordene sacerdote, para contrariedad de Don, el cual no tiene la intención de abandonar la aldea con las manos vacías. Con el fin de ganarse los favores de su jefe, el gángster local y traficante de reliquias artísticas Khom Tuan, el delincuente decide volcar su interés nada más y nada menos que en lo que posee más valor para los habitantes del pueblo, una estatua de Buda custodiada en el templo desde hace 200 años llamada Ong Bak, y al que los lugareños le otorgan un poder divino. Debido a las dimensiones de la figura, Don y sus secuaces únicamente llegan a apropiarse de la cabeza del Buda y huyen a Bangkok, sumiendo en el desconsuelo y la desesperación a los sencillos y supersticiosos habitantes, los cuales atribuían toda la prosperidad y felicidad de la aldea al Ong Bak.

Afortunadamente para el pueblo de Nong Pradu, Don llegó a darle su dirección en Bangkok al anciano al que pretendía comprarle el amuleto, con la esperanza de que pudiera cambiar de parecer por influencia del dinero ofrecido, antes de que acabara por decidirse en robar la cabeza del Ong Bak. Afortunadamente también, el joven ganador de la prueba ritual es un experto en el antiguo arte del Muay Thai, arte que aprendió de su maestro, el monje Para Kru. La película no tarda en ofrecer una primera demostración de este arte, de manos del mismísimo Ting, el cual nos ofrece una espectacular exhibición de movimientos y golpes encadenados en una secuencia similar a la de las formas de las artes marciales japonesas, bajo la atenta mirada de su tío. Las principales señas de identidad de este arte son, en primer lugar, las posturas, bastante bajas, con lo que el enraizamiento está bastante acuciado; en segundo lugar, la brutalidad y eficacia de los golpes, en los que tienen una especial importancia los codos y las rodillas, sin duda las dos partes más duras del cuerpo y, por tanto, las más mortíferas a la hora de efectuar un golpe. Destacar también la posición de guardia y el modo de dar puñetazos y patadas, alargando todo el brazo y la pierna. Lo pintoresco de los nombres de las técnicas, recitadas por Ting durante su exhibición, no deben despistarnos, ya que la realidad de los golpes es mucho menos poética, y mucho más contundente, como se verá más adelante, cuando Jaa ponga en práctica todos los movimientos ejecutados en el combate con los distintos adversarios a los que deberá hacer frente durante todo el metraje de la película.

El joven Ting se presenta voluntario para ir a Bangkok y rescatar la cabeza del Ong Bak para su pueblo. En el momento de su partida, todo el pueblo le hace entrega del dinero que poseen y que puede serle de utilidad en la gran urbe, donde las monedas sí tienen valor e importancia. En la apacible y tranquila aldea de Nong Pradu, la felicidad no viene de la posesión de bienes materiales, sino de la prosperidad y salud atribuidas a la imagen del Buda Ong Bak. La música escuchada en esta escena evoca tristeza y vacío, el mismo vacío del pueblo por el crimen cometido. El anciano al que intentara regatear Don le entrega al joven una carta para su hijo Hum Lae, el cual saliera del pueblo años atrás para estudiar en Bangkok. Sin embargo, Hum Lae está lejos de llevar una vida entregada a la formación en la gran ciudad, habiéndose dedicado durante todo ese tiempo a pequeñas estafas, en colaboración con la pícara Muay Lek, con las que poder conseguir dinero para, por un lado, pagar los estudios de Muay y, por otro, pagar las propias deudas de Hum Lae con gángsters y delincuentes locales. Su vida está por tanto al límite, y se verá cambiada radicalmente con la llegada de Ting a la ciudad.

En un principio la actitud de Hum Lae, interpretado por el famoso cómico tailandés Mum Jokmok, cuyo nombre nombre real es Petchtai Wongkamlao, hacia Ting es bastante agresiva, especialmente cuando éste lo reconoce y lo trata de igual a igual. Hum parece haber renegado por completo de sus orígenes como habitante de Nong Pradu, mostrando su animadversión hacia todo lo que tiene que ver con el pueblo, muy probablemente debido a su oposición a cumplir los designios de su padre por convertirse en monje, aunque en ningún momento se aclare este punto en la película. Dicha animadversión se manifiesta incluso en el hecho de que, en la ciudad, nadie lo conoce por su verdadero nombre, sino por el de George. Cuando Ting iba a entregarle la carta escrita por su padre, éste reacciona con vehemencia empujándolo para quitárselo de encima, provocando que Ting deje caer su "bolsa" de viaje, con la carta y, también, el dinero ofrecido por los habitantes del pueblo. Cuando Hum Lae lo ve, comprende que tiene ante él una forma fácil y segura de conseguir dinero, por lo que se disculpa ante Ting y lo invita a su casa. Tan pronto empieza el joven a contarle el propósito de su visita a Bangkok, Hum Lae lo corta y le invita, o más bien impele, a darse una ducha, con el fin de separar al "paleto" de sus posesiones. Tan pronto lo hace, éste coge el dinero y se va a un local de luchas clandestinas a apostarlo todo.

Ting, el cual, pese a su ingenuidad, todavía no terminaba por confiar del todo en Hum Lae, se da cuenta del engaño, pero no consigue evitar que éste escape en moto, con lo que no le queda más remedio que perseguirlo por toda la ciudad. El local en cuestión resulta ser propiedad de Khom Tuan, el mismo gángster responsable, si bien indirecta e inconscientemente, del robo del Ong Bak. Khom Tuan es uno de los delincuentes más peligrosos de la ciudad, y es temido por todos, pese a ser un inválido laringectomizado que necesita de un modulador electrónico para comunicarse. Éste cuenta con la protección del temible luchador birmano Saming, interpretado por Chatthapong Pantanaunkul. Nada más llegar al garito, Ting encuentra a Hum Lae, el cual le confiesa haber apostado su dinero por un luchador llamado Ali, el cual es derrotado por el bruto de Khom Tuan, apodado "Pearl Harbor" . Esta victoria hace que el gángster gane su apuesta con otro mafioso local, los cuales se dedican a observar los combates desde una sala ubicada en el piso superior con una amplia cristalera que permite ver todo lo que acontece tanto en el ring como en el mismo local, donde el público puede beber y apostar por su luchador favorito.

Cuando Ting le pide a Hum Lae el dinero y éste le responde que lo ha apostado y perdido, éste se dirige hacia el lugar donde se efectúan las apuestas para recuperarlo, aunque para ello tiene que atravesar el ring en el momento en el que se estaba alentando a luchadores del público a enfrentarse con el vencedor. Sin posibilidad de dar marcha atrás, el joven se encuentra frente a frente al bestia que ganó el combate de la noche. Impertérrito, sin ni siquiera quitarse la bolsa de viaje, Ting deja que el luchador de el primer paso, abalanzándose hacia él con la intención de batirlo de un puñetazo... y en ese momento, cuando entra en su campo de distancia, súbitamente, Ting se aparta y le encaja un brutal rodillazo (movimiento denominado "Yan Erawan") en todo el esternón que lo tumba y lo deja inconsciente, ante el estupor de todos los allí presentes. Se puede ver esta increíble secuencia en el siguiente enlace:

http://herakles.free.fr/Calorifix/Ong-Bak/photo02.gif

Molesto por la situación, Ting se niega a coger el dinero que le ofrecen, y una vez que ha recuperado el dinero que le entregara la gente del pueblo, sale del local acompañado por un furioso Hum Lae que no entiende por qué no cogió además el dinero que le ofrecieron por ganar el combate. Ting es consciente de lo peligroso que es el Muay Thai, de ahí que se muestre reacio a utilizarlo, puesto que podría matar a su adversario. Además, no es su deseo corromper su arte y luchar por dinero, de ahí que rechazara la cantidad ofrecida. Por supuesto, Hum Lae no puede entender la honestidad del luchador, y tras una discusión en la que le espeta que no le ayudará a encontrar a Don a menos que luche por él una vez más, ambos se separan, aunque poco podía imaginar Hum Lae hasta qué punto sus caminos están abocados a encontrarse de nuevo.

Esa noche, Hum Lae, de vuelta al hogar, encuentra la carta que Ting trajera para él de parte de su padre, y le echa un vistazo, pero sólo por el reverso, en el cual su padre le confesaba que lamentaba no poder entregarle el dinero que éste le pidió, ya que el pueblo se encontraba en una situación bastante angustiosa. Sin leer nada más, Hum Lae tira al suelo la carta, enojado. Mientras, Ting aprovecha para meditar en uno de los templos de la ciudad, mientras que, en el pueblo de Nong Pradu, la sequía amenaza con traer la desgracia y el hambre al pueblo a menos que se devuelva pronto la cabeza del Ong Bak. En esta escena se puede escuchar por primera vez el tema principal de la película, una melodía conmovedora en su aparente simplicidad, y que evoca un aura de misticismo y espiritualidad muy acordes con el carácter religioso de la estatua.

Al día siguiente, mientras Ting prosigue su búsqueda de Don, Hum Lae y Muay Lek vuelven a hacer de las suyas, estafando esta vez a un conocido mafioso que regenta un club de juego y en el que el mismo Hum Lae ya había trabajado repartiendo cartas y haciendo trampas de manera deliberada con el fin de que siempre ganara su jefe. No obstante, en esta ocasión Hum Lae no tiene la intención de dejarlo ganar a él, sino a la pícara Muay Lek, que se hace pasar por cliente una vez que Hum Lae empieza a repartir las cartas, ganando al mafioso quince veces, lo cual hace que éste empiece a sospechar acerca del juego limpio de la muchacha. No obstante, cuando éste iba a cachearla, Hum Lae se le adelanta y, una vez que las pruebas que delatan el juego sucio de la chica han sido ocultadas convenientemente, Hum Lae la expulsa del local con fingidas amenazas para, una vez terminado su trabajo, reencontrarse con ella y repartirse el dinero.

Pero las cosas no son tan fáciles como parecen, ya que en ese momento aparece uno de los macarras a los que Hum Lae estafara al principio, exigiendo que le paguen el resto del dinero que le deben. Como aún no había conseguido toda esa cantidad, el mafioso se enfurece y le empieza a propinarle una brutal paliza ayudado por unos cuantos esbirros. En ese momento, como es de esperar, aparece Ting, el cual no parece tener mucha intención de ayudar a alguien que lo engañó, robó, abusó de su confianza y en definitiva a alguien cuyo único interés era conseguir dinero al precio que sea. Pero cuando el mafioso empieza a atacar a la muchacha, éste entra en acción nuevamente. Hasta entonces Ting se ha estado reservando en lo relativo al combate por los motivos anteriormente expuestos, y ésta no es ninguna excepción, si bien sí es un combate más largo y elaborado. No obstante, Ting no hará uso de técnicas mortales de Muay Thai, optando principalmente por proyecciones. Se puede apreciar claramente que Ting está reservándose y que, realmente, no desea hacer daño a sus oponentes. Pese a todo, el realismo mostrado en estas contundentes proyecciones está fuera de toda duda.

Hum Lae vuelve a intentar convencer a Ting de que luche para él, y ante la negativa de éste empieza a descalificar a la gente de su pueblo, provocando una airada reacción por parte del joven luchador. Sin embargo, Hum Lae no tendrá oportunidad de devolverle el golpe, ya que en ese momento reaparece el mafioso al que Ting tumbara minutos atrás, esta vez rodeado de toda una panda de camorristas y maleantes, liderados por el jefe del garito de juego en el que Hum Lae realizó su última estafa. Llegamos así a uno de los momentos álgidos de la película, que consiste en una espectacular persecución por las calles de Bangkok, en la que Tony Jaa aprovecha para dejar al espectador con la boca abierta ante una serie de acrobacias, saltos y piruetas a cuál más peligrosas e increíbles, realizados todos sin ningún tipo de doble o trucaje. Los que disfrutan con las proezas físicas de Jackie Chan encontrarán que muchas de las proezas físicas mostradas en vivo por Tony Jaa no tienen nada que envidiar a las que realizara Chan en sus mejores tiempos. Desde saltar por encima de un grupo de niños jugando tranquilamente en la calle, o saltar por encima de coches de verdad, o pasar a través de un aro de alambre en movimiento, sortear obstáculos en movimientos, deslizarse por debajo de una furgoneta en movimiento sin detener su marcha, pasar por encima de un grupo de maleantes apoyándose en los hombros y cabezas de cada uno de estos sin detenerse un solo momento... son sólo algunas de las increíbles hazañas de un verdadero genio que despunta no sólo en los combates, sino también a la hora de realizar sus propias escenas de riesgo sin ningún tipo de cables o dobles. Su flexibilidad, su gracia, su agilidad... son verdaderamente portentosas. Hacía muuuucho tiempo que no veía una escena como ésta, todo un testimonio de la gracia y la capacidad del cuerpo humano por realizar movimientos que aparentemente podrían resultar completamente imposibles de ejecutar. Tony Jaa nos demuestra que sí es posible, y el resultado es una de las mejores escenas de persecución jamás vistas en el cine, que alterna las increíbles hazañas de Jaa con algunos números cómicos a cargo de Wongkamlao, algunos realmente divertidos, como cuando Hum Lae amenaza a los que lo persiguen con un cuchillo y en ese mismo momento aparece una vendedora ambulante de cuchillos... simplemente genial. Por supuesto, Jaa tiene también oportunidad de realizar algunos movimientos de combate en algún momento durante la persecución, volviendo a asombrar con su elasticidad, flexibilidad y agilidad... los movimientos están perfectamente ejecutados, la cámara está situada en el lugar más adecuado para mostrar su belleza y también su potencia con toda claridad. Pese a lo estético de sus movimientos, la eficacia de los golpes está fuera de toda duda. El gran logro de esta película, quizás, está en saber combinar ambos aspectos, belleza estética de los movimientos con contundencia y efectividad real, sin que uno esté supeditado a otro. Ver a Jaa en acción es una experiencia sumamente gratificante, pero al mismo tiempo uno no puede por menos que sentir un escalofrío de pensar en lo peligrosos que son realmente muchos de esos golpes.

No obstante, Tony Jaa todavía no ha dejado de reservarse en lo puramente marcial, y es que hasta el momento las breves escenas de combate, aunque perfectamente ejecutadas, son han sido demasiado breves y realmente no llegaban a hacer justicia del todo al nivel técnico del actor... como ya digo, hasta el momento. Porque, una vez que Ting lo hubo salvado de los que lo perseguían, Hum Lae se ofrece a llevarlo a donde pueda encontrar a Don... y lo lleva al mismo lugar donde el joven guerrero derrotara anteriormente al luchador del gángster... luchador que ha sido reemplazado como "campeón" de Khom Tuan por un gigante aún más bestia y de aspecto más amenazador apodado "Big Bear". Hum Lae le indica a Ting que Don suele frecuentar ese local para vender drogas (y también porque trabaja para el gángster Tuan, aunque esto Hum Lae no lo sabe), por lo que el joven se pone a buscarlo por entre la clientela del tugurio. Cuando lo reconocen como el luchador que derrotó de un solo golpe a "Pearl Harbor", el público lo conmina a que salga al ring a pelear, sin embargo éste se muestra indiferente, ignorando las mismas provocaciones de "Big Bear", el cual lo acusa de "cobarde", mofándose de su país y del Muay Thai. Ting, no obstante, no entra en la provocación, y prosigue su búsqueda. Viendo que con las palabras no consigue nada, el matón empieza a abusar de una de las camareras locales, para mayor consternación de un joven practicante de este arte de combate que se encontraba en aquel momento entre el público, el cual saldrá a enfrentarse al gigante sin muchos resultados. Los golpes propinados parecen no surtir ningún efecto en "Big Bear", el cual comienza a apalear al joven ante los llantos y ruegos de la muchacha de la que antes estaba abusando. Cuando "Big Bear" le da un brutal bofetón para zafarse de ella, Ting decide que es hora de darle una lección, y sale al ring con cara de pocos amigos. Y empieza, señoras y señores, otro de los momentos cúlmen de la película, y también una larga secuencia de combate que debe figurar entre los mejores momentos que ha dado jamás el cine de artes marciales en la gran pantalla.

La pelea con "Big Bear" es corta pero brutal. Ting hace la primera demostración en serio de Muay Thai, y qué demostración. Devastador. Aunque a primera vista puede parecer que no tiene nada que hacer contra un adversario tan grande y poderoso, la verdad es que la contundencia de los golpes es suficientemente reveladora como para que no haga falta apelar en exceso a nuestra complicidad y credibilidad. Tony Jaa despacha al gigante en unos pocos segundos, rematándolo con un brutal golpe con los dos codos en la coronilla del adversario, a la vez que las rodillas aprisionan la cabeza del mismo.

Cuando parecía que todo había acabado y Ting hace acto de salir del ring, en ese momento surge un nuevo luchador dispuesto a enfrentarse a la "leyenda de Nong Pradu" y probar si verdaderamente es tan fuerte y ágil. Ese nuevo luchador es un japonés llamado Toshiro, y esta pelea es, sin ninguna duda, la mejor de toda la película. Es más, me atrevería a decir que es la mejor confrontación entre dos luchadores que haya visto en una sala de cine en los últimos quince años. La coreografía de esta escena es soberbia, y además está perfectamente rodada, permitiendo en todo momento ver lo que está ocurriendo (si es que, cuando el actor sabe, no es necesario confundir al espectador y tratar de disimular nada) y apreciar la rapidez y la fuerza de los golpes de Jaa, que en esta ocasión debe enfrentarse a un enemigo muy distinto. Si la anterior pelea había servido para demostrar la contundencia y la eficacia de los golpes de Muay Thai frente a un adversario más fuerte y grande, en este caso Ting debe enfrentarse a un enemigo mucho más ágil, rápido y veloz que "Big Bear", y con un estilo más elusivo, más esquivo, y también más engañoso y traicionero. Es en esta pelea, bastante más larga, donde Ting tiene la oportunidad de mostrar realmente su habilidad como artista marcial. Hay varios momentos sobresalientes, como por ejemplo cuando, tras ver que Toshiro esquiva todos sus puñetazos, Ting hace una finta para despistarlo, aprovechando para alcanzar a su enemigo con una increíble patada, o cuando realiza un encadenamiento de puñetazos con patadas y golpes de rodilla que te deja literalmente sin aliento. Igualmente destacable es el uso que hace Jaa de las piernas para bloquear patadas en un momento concreto de la confrontación. Golpes de codo, de rodilla, patadas ultrarrápidas de una precisión y contundencia inauditas. Con todo, el momento que me dejó especialmente más perplejo y atónito se corresponde con una ultrarrápida patada que encaja Tony Jaa en su adversario pese a la distancia que los separa. Es tan rápido, y a la vez tan demoledor, que pillará por sorpresa a más de un espectador. No es sólo la flexibilidad que posee y la espectacularidad de sus golpes... es que, además, los golpes tienen una fuerza increíble. Cuando parecía que el adversario ya estaba derrotado, éste intenta pillarlo desprevenido atacándolo por la espalda. Como respuesta, Ting se vuelve y, dando un salto, encaja un golpe de rodilla demoledor. La proyección de cadera de Jaa es impecable.

Luis Fernando Rodríguez Romero

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Created 18.09.2004. Page last updated 02.03.2005
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