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Y si esto no ha sido suficiente, en ese momento
hace acto de aparición
otro luchador, "Mad Dog", el cual, consciente de la superioridad técnica
de Ting, decide hacer trampas para ganar, utilizando todo tipo de objeto
contundente con el que castigar a su adversario. Sillas, jarrones, mesas,
paneles... son utilizados como armas arrojadizas, estrellándose
en el cuerpo de Ting sin ningún tipo de piedad. Especialmente
destacable es la escena en la que "Mad Dog" utiliza toda una nevera como
arma y escudo, de qué modo Ting patea la nevera como si se tratara
de un saco de "Kickboxing". Nuevamente, la proyección de patada
de Jaa es impresionante, así como la increíble potencia
de la misma. No es una floritura corporal, Jaa demuestra que sabe cómo
hacer una patada. Realmente deja al espectador sin aliento, por todo
lo que antes comentaba. El increíble realismo de los golpes. Ciertamente
las cicatrices y lesiones que acumuló durante el rodaje de la
película pueden dar buena fe de ello. Ting remata a su oponente
con un espectacular salto y golpe de rodilla durante la caída
del piso superior al mismo ring. Qué maravilla. Ting se gana el
aplauso y la admiración del público, y también el
odio y el rencor del gángster Khom Tuan, el cual ha vuelto a perder
una apuesta y una pequeña fortuna por culpa del joven guerrero.
Ting encuentra a Don en el local, mas éste consigue escapar.
Hum Lae, ya reconciliado con el joven guerrero, se lo lleva a su hogar,
y mientras éste descansa Hum Lae llega a leer toda carta de su
padre. Es en ese momento cuando empieza a darse cuenta de lo mucho que
Nong Pradu significa para él, y cuando decide realmente ayudar
a Ting a encontrar a Don. Al día siguiente lo lleva a la dirección
proporcionada por el propio Don, y encuentran al criminal con una joven
víctima de una sobredosis. Don aprovecha el despiste provocado
por el grave estado de la muchacha para escapar, y es entonces cuando
comienza la segunda gran persecución de la película, esta
vez una persecución de "tuk-tuks", los famosos taxis tailandeses
a tres ruedas. La secuencia es entretenida con algunos momentos divertidos,
acompañados por un tema musical tan delirante como lo que estamos
viendo en imágenes, pero poco más. Ting consigue engancharse
al vehículo de Don, y en el forcejeo ambos terminan por hundirse
en el fondo de un río.
El esquivo criminal vuelve a escaparse, pero Ting
encuentra algo que le hace desistir en su intento por perseguirle bajo
el agua y darle caza: un conjunto de reliquias, estatuas y antigüedades suspendidas en
redes bajo el agua, el resultado de varios años de actividades
y negocios criminales del gángster Khom Tuan. Gracias a Tim, todas
esas obras son recuperadas, lo cual provoca la ira del gángster,
el cual urde un plan para recuperar la fortuna perdida en las apuestas
de combate y también en las estatuas y reliquias que le han sido
arrebatadas por Ting. Cuando Don le cuenta que el asedio del joven guerrero
se debe a la cabeza del Ong Bak que él robara días atrás, éste
decide hacer un trato con Hum Lae: convencer a Ting para que luche una
vez más en el ring, esta vez contra el poderoso guerrero birmano
Saming, su guardaespaldas, y se deje ganar por éste, de manera
que el gángster pueda ganar todo lo que perdió la noche
en la que Ting noqueó a "Big Bear", Toshiro y "Mad Dog". A cambio,
Khom Tuan les dará la cabeza del Ong Bak que tanto ansían.
Ting accede a la propuesta de enfrentarse a Saming
en el ring y dejarse ganar. Con la intención de hacerle sufrir lo más posible,
Khom Tuan decide trasladar el combate a la frontera birmana, de modo
que no puedan tener problemas con la justicia en el caso de que Ting
resulte mortalmente herido. Inyectándose una droga para hacerle
insensible al dolor y darle más fuerza y resistencia, Saming resiste
sin dificultad los golpes que le asesta Ting, al cual derrota con facilidad,
dejándolo seriamente herido y expulsándolo del ring de
un brutal golpe. Esta pelea es con diferencia la más floja de
toda la película, principalmente porque realmente consiste en
Saming encajando golpes sin que estos lleguen a causarle ningún
tipo de dolor para, a continuación, atacar y machacar a su adversario
sin mayores sorpresas. El problema está en que el actor que encarna
a Saming, Chatthapong Pantanaunkul, está a años luz de
Tony Jaa en lo que a técnica se refiere, y realmente la diferencia
cualitativa en los movimientos de ambos contendientes es tristemente
evidente, por mucho que intenten ocultarlo dejando a Saming el rol de
bestia que no siente los golpes y que derrota fácilmente a su
adversario con unos golpes bastante menos convincentes que los propinados
por Tony Jaa . Si tenemos en cuenta que, en este momento del combate,
el espectador ignora que Ting ha aceptado perder el combate, pues resulta
difícil de creer que pueda ser derrotado por este zoquete. Afortunadamente,
unos minutos después lo explican todo y la escena cobra algo más
de sentido.
Sin embargo, Khom Tuan está lejos de querer devolverles la cabeza
del Ong Bak y cumplir su parte del trato. Por el contrario, hace llevar
a Ting y Hum Lae a una especie de almacén a las afueras de la
ciudad, en donde no sólo no les devuelve la cabeza, sino que se
mofa de ellos y ordena a sus esbirros que acaben con sus vidas discretamente
mientras ellos parten hacia una guarida subterránea en las montañas
donde el gángster tiene pendiente un nuevo y sucio negocio. Tan
pronto Khom Tuan abandona el lugar y los dejan solos en el interior del
almacén, Ting reacciona con furia y da comienzo una nueva y espectacular
confrontación. La impresión que tenía mientras veía
la película era que, no importaba cuán brillante o increíble
fuera una escena de combate, la siguiente sería aún mejor,
como si siempre pudieran dar más de sí y ofrecer algo aún
más difícil, aún más impactante. En ese sentido,
Ong Bak es un buen ejemplo de lo que debería ser una buena película
de artes marciales. En un momento concreto de la pelea, Ting se moja
sus piernas y pies en gasolina, y cuando uno de los esbirros le dispara,
acertando a un bidón de gasolina, con la consiguiente explosión,
se ve al joven guerrero realizar una espectacular patada con doble giro
en el aire con las piernas envueltas en llamas, una escena de alto riesgo
y que le produjo al protagonista varias quemaduras, pese a las protecciones
que llevaba. Se puede ver esta escena haciendo "click" en el siguiente
enlace:
http://herakles.free.fr/Calorifix/Ong-Bak/photo05.gif
Es un golpe, con todo, mortífero pero también muy hermoso
visualmente. En otra escena, un matón intenta estrangular al protagonista
por detrás, y éste da un salto aprovechando el tirón
del adversario hacia atrás, golpeándole con la pierna en
la cabeza. Y el golpe más espectacular, en el que Ting da un salto
y golpea con la rodilla la cabeza de un motorista, arrojándolo
de la moto. Increíble. La película consigue dejar al espectador
realmente aturdido ante esta exhibición de golpe tras golpe, cada
uno aún más sorprendente e increíble que lo anterior,
dando la impresión de que, realmente, no existen límites
físicos, no existe pirueta, salto, golpe... que Tony Jaa no pueda
ejecutar.
Y llegamos a la recta final de la película, y también
al momento climático de la misma, una secuencia de luchas ininterrumpidas
que testimonian la habilidad y maestría de este nuevo prodigio
cinematográfico de las artes marciales. Es una de las confrontaciones
finales más completas y espectaculares que recuerdo del género.
En primer lugar, por si, llegados a ese punto, todavía pensamos
que ya nada nuevo puede ofrecernos, que ya está todo dicho en
cuanto al nivel de las coreografías, ahí está Tony
Jaa para demostrarnos cuán equivocados estamos. En primer lugar,
asistimos a un emocionante enfrentamiento en el interior de una oscura
cueva en la que Jaa utiliza, por primera vez, otras armas que no sean
las extremidades de su propio cuerpo, demostrando su pericia en el arte
del "krabi krabong" tailandés. Primero realiza una perfecta exhibición
con el bastón largo, aplicando los mismos principios en lo que
refiere a contundencia y efectividad no exenta de belleza estética,
dando cuenta de varios adversarios. La siguiente arma, los inevitables
bastones ("krabong") en los que un enemigo disecciona el bastón
con su machete, dando paso a una emocionante y vibrante demostración
de kali eskrima tailandesa. Nuevamente es interesante observar el modo
en el que Tony Jaa alarga los brazos a la hora de dar los golpe, muy
distinto a lo que estamos acostumbrados a ver en el cine de Hong Kong.
Tony Jaa encadena los golpes con la velocidad del relámpago, y
acto seguido cambia el arma por un sable, aunque esta escena particular
podría haber dado mucho más de sí. A quién
le importa. Sobre todo cuando, después de haber arrojado el sable,
nuestro héroe se apropia de lo que parece ser un par de Mae Sun
Sowks, unas armas parecidas a las tonfas, sólo que de metal y
mucho más anchas, cubriendo todo el antebrazo a modo de escudo
y permitiendo al mismo tiempo destrozar literalmente al enemigo con los
golpes más brutales mostrados en la película hasta el momento.
Tony Jaa desafía las leyes de la gravedad como si sus huesos fueran
de algodón, subiendo por las paredes para dar saltos a alturas
inconcebibles para descargar golpes de una furia indómita. Realmente
es una máquina imparable de lucha. El único inconveniente
de esta escena es la falta de luz, que impide apreciar como es debido
algunos de los increíbles saltos y movimientos ejecutados por
Jaa.
La siguiente secuencia es una de mis favoritas de
toda la película,
y en mi opinión una de las mejores en cuanto a artes marciales,
pese a que el nivel mantenido durante toda la película es tan
alto que realmente estas diferencias no resultan tan apreciables. En
cualquier caso, antes de enfrentarse a Saming de nuevo, Ting debe hacer
frente a un grupo de esbirros, en un climático intercambio de
golpes y patadas a cada cual más devastadora. Al comienzo de la
lucha volvemos a ver a Ting saltando y avanzando por encima de sus enemigos,
uno a uno, hasta aterrizar encajando un golpe de codo en la cabeza del último
de ellos. En esta escena encontraremos movimientos no muy comunes en
el Muay Thai, y en los que Tony Jaa demuestra que además de los
codos y las rodillas, es uno de los mejores pateadores del cine de artes
marciales moderno, ofreciéndonos movimientos y saltos que son
un auténtico deleite visual para los amantes del género.
Hay un momento concreto en el que Jaa encadena dos patadas con doble
giro en el aire a una velocidad pasmosa. Tony Jaa desafía la gravedad
en una exhibición de imposibles patadas de salto con giro, ya
sea con ambas piernas hacia los costados, o con las dos piernas juntas
hacia el frente, o de costado hacia un lado, patadas en tijera..., además
de los asombrosos golpes de rodilla y codo de gran contundencia... en
un momento de la confrontación, Ting utiliza los antebrazos para
frenar un ataque con una sierra. Cuando parece que está en desventaja
Hum Lae acude en su ayuda, pero no consigue frenar al desatado adversario,
el cual le aplica una llave que termina por fracturarle el brazo. Ting
reacciona y le responde con la misma brutalidad, aplicándole lo
que se asemeja a una llave de judo con la que le parte la pierna al enemigo.
Finalmente, Ting debe hacer frente a Saming en un
combate de igual a igual... al menos en la ficción, porque en la realidad, y como
antes comentáramos, el actor que encarna a la némesis del
héroe carece de un nivel marcial equiparable al de Jaa. Realmente
es una pena, porque el combate, por mucho que intenten disimularlo, es
bastante desigual en tanto que no resulta un adversario creíble
para alguien con la habilidad del protagonista. El actor que encarna
al antagonista prefiere explotar el componente psicópata, del
personaje, entre gruñidos y muecas amenazadoras para suplir sus
carencias en el combate. En cualquier caso, esta lucha no presenta muchas
sorpresas, y sigue un esquema típico de este tipo de películas.
El héroe derrota fácilmente al villano, encajando todos
los golpes que éste le propina sin que parezca que le estén
afectando demasiado y respondiendo con mayor furia. En un momento del
combate Jaa encadena una serie de patadas de altura baja que enganchan
las piernas del contrincante, como en un barrido, desequilibrando al
adversario y, al mismo tiempo abortando sus amagos de contraataque con
patadas. Ting domina claramente el combate. Entonces, cuando parece que
el enemigo está derrotado, éste recurre a las trampas (en
este caso la misma sustancia que utilizara para volverse insensible al
dolor y aumentar su fuerza en el combate que tuviera anteriormente con
el protagonista) para volver a la carga y desequilibrar la balanza a
su favor, aplicando un brutal castigo al héroe... hasta que finalmente éste
vuelve a reaccionar y desatar toda su furia y destreza marcial para machacar
al villano con una serie de golpes con el codo que terminan siendo fatales
para éste... y para cualquiera.
El resto es previsible. Khom Tuan intenta destrozar
la cabeza del Ong Bak en venganza, pero Hum Lae se interpone, recibiendo
los mortales golpes que iban dirigidos a la reliquia. Dichos golpes
resultan fatales para el pícaro timador, muriendo en brazos de su compañera de
desventuras entre los sollozos y lamentaciones de ésta y Ting.
Gracias a él, la cabeza es restaurada íntegra a la estatua,
la prosperidad y la paz retornan a la aldea, y Ting puede ordenarse sacerdote
y abandonar así la violencia y la muerte que le acompañaron
durante su peligrosa misión.
2.c. Comentario de la película.
Aunque más de uno critique la historia y las interpretaciones
de Ong Bak, la verdad es que, si sabemos ver más allá de
la superficie, descubriremos que ni la historia es tan vacua ni los personajes
tan planos como puedan parecer a simple vista. Y es que sencillez o simplicidad
no tiene por qué ser un factor negativo a la hora de valorar una
historia. La de Ong Bak es esquemática en tanto que es lineal
y no admite giros narrativos. Sin embargo, la película, como muchas
del género, se presta a un interesante análisis sociocultural.
La película establece un obvio y típico contraste entre
la vida en la aldea, donde todos son felices con lo que tienen, y la
vida en la ciudad, corrompida, degenerada y sobre todo muy violenta.
Es precisamente un elemento de la ciudad (Don) quien provoca el conflicto
en la apacible vida de Nong Pradu al robar la cabeza del Buda.
También, no obstante, puede apreciarse un no muy sutil mensaje
de exaltación nacional frente a la invasión cultural de
Occidente, y muy especialmente los Estados Unidos. Así, uno de
los gángsteres locales lleva una camisa con un conocido icono
cultural occidental, y otro exhibe en su apartamento pósters de
películas americanas. Este mensaje de defensa de los valores nacionales
frente a lo foráneo, presente en muchas películas de artes
marciales como Érase Una Vez en Chino o Tai Chi Master II, se
aprecia más claramente en el enfrentamiento que tiene Ting con
el matón llamado "Big Bear", típico americano fanfarrón
que intenta incitar a Ting a que se enfrente a él burlándose
despectivamente del sistema de lucha autóctono (Muay Thai) y ensalzando
el "estilo libre" tan típico de la cultura americana. Su despecho
hacia la cultura tailandesa alcanza su punto álgido cuando intenta
abusar a una camarera nativa, a la que llega a agredir cuando ésta
se interpone entre él y el muchacho que intenta rescatarla de
su presa. Cuando Ting le pregunta a Hum Lae por Don éste le increpa
que lo único que ve es a un extranjero castigando y apaleando
a un tailandés, a modo de reproche porque Ting, hasta ese momento,
no parecía tener interés en entrar en las provocaciones
del matón. Cuando éste arremete contra la muchacha, Ting
se ve forzado a luchar, demostrando, y de qué manera, la superioridad
de su sistema de lucha.
Y es que aunque la vida rural está asociada a la inocencia, la
vida pura e impoluta, ajena a drogas, vicios y demás elementos
de la vida moderna, sin embargo es un muchacho criado en ese estilo de
vida quien demuestra estar más preparado para el combate, frente,
por ejemplo, al frágil, enfermizo Don o el mismo gángster
Khom Tuan, los cuales están demasiado "enfermos" como para poder
someter a Ting. La vida en la aldea ha forjado a un guerrero en el sentido
más pleno del término, un joven capaz de enfrentarse a
cualquier enemigo de la ciudad y salir victorioso con una facilidad pasmosa.
Al rechazar sus orígenes rurales, Hum Lae demuestra estar no
sólo despegado de su pueblo, sino también de los valores
que éste encarna, tales como la honestidad, el desapego por lo
material y la virtud. Sin embargo, no todo en él es negativo,
porque, pese a su codicia y su facilidad para meterse en líos,
demuestra ser una persona de gran cariño, especialmente en su
relación paterno-filial con Muay. Antes de la confrontación
final Hum Lae aceptará su condición de habitante de Nong
Pradu, y desde el momento en el que decide ayudar a Ting a recuperar
la cabeza del Ong Bak muestra un deseo por purgar todos los "pecados" de
su vida pasada desde que abandonara el pueblo para vivir en Nong Pradu.
La redención final llegará en el momento en el que da su
vida por salvar lo que, al principio de la película, no consideraba
más que un objeto inservible y sin valor. Hum Lae se sacrifica
por el bienestar del pueblo, y es en ese momento cuando puede limpiar
su karma y abrazar la muerte.
Respecto a la labor de los actores, pues decir que
cumplen perfectamente con su cometido. Para empezar, Tony Jaa resulta
suficientemente creíble
en su papel de joven aldeano ingenuo e inocente que se ve obligado, contra
su voluntad, a utilizar sus conocimientos marciales para defenderse en
un mundo hostil y conseguir recuperar la reliquia robada. Igualmente
cumple con su papel el cómico Petchtai Wongkamlao, que perfila
un personaje que inspira las simpatías del público y que
se adapta perfectamente al canon del pícaro de buen corazón.
El actor que encarna al villano Khom Tuan retrata de manera convincente
a un poderoso kingpin local que inspira respeto pese a su minusvalía
física. El único papel realmente plano e idiota es el del
personaje de Saming, interpretado por Chatthapong Pantanaunkul, cuyo
registro oscila entre el de un palurdo con cara de estreñido y
el del matón con cara de malos amigos.
Por supuesto no es una película perfecta... pero sus carencias
técnicas o narrativas no van en detrimento de sus muchas virtudes,
la más importante de las cuales, quizás, sea que es una
película hecha con el sano propósito de entretener al público
ofreciendo como bazas algunas de las mejores coreografías que
se hayan podido ver jamás en una sala de cine. Frente a esto,
todo lo demás es secundario.
2.d. Notas de Producción.
La génesis de Ong Bak se remonta a los años
de adolescencia del director Prachya Pinkaew, marcados por la profunda
impresión
que en él crearon las películas de acción de la
estrella de artes marciales tailandesa Phanna Rithikrai, especialmente
una titulada "Born to Fight". Estas películas se caracterizaban
por unas escenas de lucha sumamente reales, carentes de cualquier tipo
de efectismo o trucaje de cámara, realzando las habilidades marciales
de la estrella nacional. En aquel entonces surgiría en el joven
Pinkaew la idea de, algún día, homenajear dichas películas
con una propia que pudiera causar en el momento de su estreno un efecto
similar al de las películas de Rithikrai.
En 1999, Pinkaew pudo hacer realidad su sueño, empezando a trabajar
en lo que acabaría convirtiéndose en una de las películas
más taquilleras del 2003 en su país de origen, y que ha
ido triunfando en taquilla allá por donde pasa: Ong Bak. Pese
a que por aquel momento el director no poseía apenas conocimientos
sobre realización cinematográfica, lo cual resulta evidente
tras el visionado del film, su deseo por plasmar en celuloide sus experiencias
vitales de juventud le alentaron e impulsaron a llevar a cabo tal proyecto,
en el que además tuvo la fortuna de poder trabajar con su héroe
de adolescencia, el mismo Phanna Rithikrai, ahora convertido en instructor
de May Thai, el cual pudo aportar su amplia experiencia como coreógrafo
de artes marciales, además de ser responsable del descubrimiento
de la estrella protagonista, Tony Jaa.
2.e. Tony Jaa: Ha Nacido una Estrella.
Respetado maestro de artes marciales,
Phanna Rithikrai llevaba ya tiempo deseando sacar adelante una película de auténtico "May
Thai", y nadie mejor para convertir su sueño en realidad que su
alumno, el prodigioso Tony Jaa. La experiencia de Jaa, o Phanom Yeerum,
que es su verdadero nombre, en el mundo de las artes marciales es bastante
extensa. Admirador de iconos como Bruce Lee, Jet Li y Jackie Chan, Jaa
ha estudiado y asimilado técnicas de distintas disciplinas como
por ejemplo el kung fu, el karatedô, el krabi krabong (un arte
marcial tradicional tailandés que abarca tanto las técnicas
que constituyen lo que hoy día se conoce como Muay Thai o Boxeo
Tailandés como aquellas que implican el uso de armas. De hecho,
la palabra "krabi" se utiliza para designar un tipo de arma blanca parecida
a un sable, y "krabong", que hace referencia a los largos bastones de
madera de bamboo utilizados originalmente por los granjeros como armas
de defensa) y el kendô. Nacido en una región pobre al noreste
de Tailandia, azotada por los morteros de la Khmer Rouge, una sublevación
comunista que tenía como objetivo desestabilizar el gobierno de
Camboya a principios de 1980. Jaa encontró en las películas
de Bruce Lee, Jet Li y Jackie Chan una vía con la que escapar
a la dura situación económica y política que le
tocó vivir, admirado por las proezas de sus héroes cinematográficos.
Jaa, sin embargo, no se contentaba con ver a sus ídolos, sino
que, movido por un deseo de superación personal, practicaba constantemente
en el arrozal de su padre con la intención de imitarlos y hacer
todas las proezas físicas de las que estos hacían alarde
en sus películas. Como el propio Jaa comenta en una entrevista:
It was powerful for me to watch.
What they did was so beautiful, so heroic. I wanted to do it, too.
(.) I practiced until I could do the
move exactly as I had seen the masters do it.
Luis Fernando Rodríguez Romero
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